No hace tantos años que el público general oye hablar de “la nube”, pero lo cierto es que esta tecnología es el resultado de un proceso de desarrollo que ha llevado más de veinte años. Sin embargo, ha sido en los últimos 10 cuando la industria TI ha apostado por ella. La computación en la nube es, y será, una parte esencial de la infraestructura TI, un método que sustituye las máquinas locales y los centros de datos privados por infraestructura virtualizada que da acceso, a través de Internet, a los recursos virtuales disponibles de almacenamiento, red y computación.
A la hora de plantearnos una migración a la nube, tendremos que tener en cuenta el impacto económico de dicho cambio. Es decir, habrá que calcular los costes y el retorno de la inversión de un proyecto de esta magnitud teniendo en cuenta aspectos que, en muchas ocasiones, se dejan olvidados en los procesos de migración.
La migración a la nube puede parecer un proceso complejo, pero lo cierto es que, con una debida planificación, es posible realizar la transición a la nube de forma gradual y escalonada. Como indica Alejandro Sedeño, experto en Cloud de Grupo ICA, “si además elaboramos un buen plan de contingencia, con aquellos escenarios o fallos a los que podemos enfrentarnos a lo largo del proceso, reduciremos aún más los riesgos de la migración y el impacto que puedan tener sobre el funcionamiento de la organización.”
Pero antes de preocuparte por la migración, es importante entender qué tipos de nube informática existen y cuáles deberías considerar según las características de tu empresa y de tus necesidades TI. Así, diferenciamos entre cloud pública, cloud privada y cloud híbrida.
La característica más relevante de la cloud pública es que los recursos como servidores, almacenamiento y red, es decir, hardware y software, pertenecen a un tercero, a un proveedor de estos servicios. Es este quien los administra y se encarga de su mantenimiento y seguridad. Además, los recursos de la nube pública son compartidos entre las diferentes organizaciones que adquieren el servicio. Múltiples inquilinos implica múltiples puntos de acceso por lo que este tipo de cloud se enfrenta a un mayor número de amenazas de seguridad. Mientras que el servicio es altamente confiable en cuanto a fallos y paradas, gracias a una extensa red servidores, la seguridad puede verse más comprometida que en la nube privada o híbrida debido a su arquitectura compartida. Aunque, hoy en día, existen herramientas denominadas “Agentes de Seguridad para el Acceso a la Nube” (Cloud Access Security Broker o CASB) que refuerzan la seguridad de todas tus aplicaciones en la nube. Una de las ventajas principales de este tipo de nube informática es que el pago por el servicio dependerá de tus necesidades. Por eso, es altamente escalable y flexible, te permite contratar el nivel de servicio que más te convenga en cada momento. Puede ser adecuado para empresas cuyas cargas de trabajo tienen volumen variable o fluctúan en el tiempo. Este tipo de nube supone un gasto operacional.
En la cloud privada, por el contrario, los recursos informáticos son solo accesibles por tu organización, independientemente de si la infraestructura (centro de datos) está en local o si se contrata a terceros. Eso sí, el hardware y software será siempre accesible únicamente para tu empresa. La gestión de este tipo de nube puede ser llevada a cabo por un proveedor de servicios cloud gestionados en aquellos en los que no se dispone de personal cualificado o suficiente para hacerlo. El punto fuerte de este tipo de nube informática es que proporciona un nivel de personalización mayor que permite cumplir requisitos y necesidades concretas aunque, por otro lado, supone tener que comprar o alquilar toda la infraestructura física necesaria para dotar a la nube de mayor capacidad. En cuanto a seguridad, esta depende enteramente de la organización y, por tanto, será quien asuma los costes derivados de su gestión. Permite un mayor control de riesgos y los mecanismos de seguridad establecidos por lo que es apta para aquellas organizaciones cuyas actividades empresariales impliquen altos niveles de confidencialidad. La nube privada representa un gasto de capital.
La nube híbrida combina las dos nubes anteriores cuyos recursos son empleados en función de las necesidades específicas del negocio o del momento concreto. Por tanto, se encuentran tanto en local como en arquitecturas de proveedores externos. Esta característica diferencial, dota de gran flexibilidad a las organizaciones puesto que pueden ejecutar aplicaciones o recursos en una u otra en función de las necesidades específicas. Es posible aprovechar los recursos informáticos de la nube pública en aquellos casos en los que los recursos de la cloud privada se vuelven insuficientes por causas estacionales. También puede resultar interesante para tu organización, disponer de ambas nubes y ejecutar en aquella más segura y controlada, las tareas más sensibles y que requieren mayor confidencialidad mientras que la pública puede emplearse para aplicaciones que necesiten menor protección como el correo electrónico. Es posible controlar los costes ya que al tratarse de un pago por uso, solo pagará por la capacidad informática adicional cuando sea necesaria.
Nuestro partner, Dell Technologies, incluye también otros aspectos a tener en cuenta a la hora de valorar el traslado a la cloud y el proceso de migración:
Entonces, ¿qué tipo de nube informática me conviene más? Esto dependerá de las necesidades de tu empresa, los objetivos y sus características particulares pero, a grandes rasgos, podríamos intuir que si tu empresa es pequeña seguramente te interese más la nube pública por tener menores costes, si se trata de una mediana empresa, la opción híbrida puede resultar interesante, y si hablamos de una gran empresa que lleva a cabo numerosas operaciones confidenciales, la nube privada sería la opción más segura. Si aún tienes dudas sobre qué nube te conviene más o si pasarte a la cloud es buena idea para tu negocio, contacta con nosotros y te asesoraremos sin compromiso.